LA PICANTERÍA AREQUIPEÑA ¡ESTÁ DE MODA!
La picantería, que es la eterna y rebosante alegoría del placer,
de ese masticar nutrido de cúspides, tiene perpetua presencia en Arequipa. Son centros populares donde se preparan y
sirven platos picantes acompañados de una buena chicha, con el tiempo muchas
cosas han ido variando pero la comida arequipeña sigue siendo exquisita. Las
picanterías en Arequipa forman parte de una tradición en el sur peruano.
Nombre: Fiama Milagros Chullo Cahuana
Correo electrónico: milagrosf93@Hotmail.com
El rocoto relleno y el chupe de camarones no son los únicos platos que componen la riquísima comida arequipeña. Una gran variedad de potajes puede encontrarse todavía en las pocas picanterías que quedan en la Ciudad Blanca. La antigua costumbre de ‘picantear’ es un acto que resulta exquisito no solo para los habitantes del pueblo levantado al pie del volcán Misti, sino también para entusiastas y curiosos turistas.
El sabor de la comida arequipeña se
forjó en las picanterías varios siglos atrás. Ese espacio de fogones y sabores
–conocido como chichería en el siglo XVI-, donde los chupes, guisos y zarzas fueron
la excusa exquisita de tertulias intelectuales, poéticas y hasta
revolucionarias, hoy ya es Patrimonio Cultural de la Nación.
![]() |
Entrada a La Nueva
Palomino, ubicado en la calle Leoncio Prado 122 - Yanahuara |
La
comida arequipeña es un compendio de potajes, registros y conectores culinarios
que conforman un vasto universo de expresiones del arte culinario. Síntesis que
los hace diferentes por excelsos pero que están inmersos en el enorme capítulo
de las cocinas nacionales y regionales peruanas. Y digo que es gastronomía
regional y no departamental porque el tejido sabroso de sus expresiones van más
allá de las fronteras políticas, diluyen los
pagos de castas y organizan gustos liminares que se afincan en un centro
cultural por su mestizaje y variedad: ahí radica la cocina arequipeña.
Las
cocinas de la época eran amplias y tenían la característica que usaban leña
para cocinar. El fogón, el batán, la chaquena fueron igualmente elementos
indispensables para la preparación de los picantes y el rocoto. En la Ciudad
Blanca hay picanterías que conservan la tradición culinaria de la cocina típica
de Arequipa. Con el tiempo muchas cosas han ido variando pero la comida sigue
siendo exquisita.
El
hervor del ají con las verduras de la región, el misticismo de una cocina de
fogones humeantes y el festejo cordial de los characatos sentados en una mesa
fueron reconocidos por el Estado como una herencia tradicional.
Cuando se explica que en una olla
arequipeña hirviente confluyen los sabores de los migrantes sureños que ponen
su cuota cocinera que Arequipa supo incluirlos en el calor de su propio carbón
y recrearlos como peculiar modo de sentir los aderezos de su tierra, no está
diciendo más que hay en el origen de esta cocina, sólidos cimientos tutelares
pero al mismo tiempo, apertura a una mundialización que la hacen digna del
gusto cosmopolita y diferente a otras cocinas regionales del Gran Sur.
Zarzas,
chupes, malayas, solteros, he aquí presentes, cual fórmulas para alcanzar la
felicidad del paladar que es uno de los placeres más caros de todos aquellos
que tenemos a la mano y en el paladar los humanos. Es conocido el carácter de las damas
arequipeñas. Regionalistas y orgullosas de ese repertorio heredado desde las
brumas de las más profunda memoria. No obstante, su apertura a las influencias de otras cocinas regionales
las hace doblemente valiosas porque han integrado e interpretado los temperamentos
foráneos frente a los fogones.
Da
mucha alegría ver cómo han surgido picanterías muy grandes, muy exitosas, muy
concurridas como Sol de Mayo, La Tradición Arequipeña, La Nueva Palomino, Los
Guisos Arequipeños, o antes La Cantarilla, que lamentablemente cambió. Estas
han renovado el concepto de picantería, pero manteniendo el espíritu de la
tradición. Porque una picantería en primer lugar tiene que preparar chicha, no
hay picantería sin chicha. La chomba es el corazón de la picantería y la sangre
es la chicha que bombea.
![]() |
Monica Huerta Alpaca, propietaria
y encargada de la cocina en la picantería La Nueva Palomino |
28 AÑOS CON
LA NUEVA PALOMINO
Digo
que la cocina de Arequipa es superior por despensa, clima, agua y por supuesto,
por el genio heterogéneo. Se reúnen en su espíritu el alma española nutrida a su
vez de una mezcla de mestizaje. Para algunos, pedir un menú es suficiente. Un
suculento chaque de tripas y un buen plato de frejoles satisfacen a cualquier
comensal un lunes. Un chairo con locro puede hacer lo mismo un jueves.
En tanto, en el distrito de Yanahuara, está
la picantería La Nueva Palomino, dirigida por su propietaria, Mónica Huerta
Alpaca, de 55 años. Ella está a la cabeza de la cocina, la misma donde aprendió
de las manos expertas de su madre y su tía.
Como ocurría hace 100 años, en esta
picantería aún se prepara en batán de piedra el llatán (ají con huacatay), así
como la mayoría de aderezos utilizados en los platos tradicionales de la región
sureña. La comida se prepara exclusivamente con leña.
En La Nueva Palomino el plato estrella
es el cuy chactado, pero también se puede comer una gama de platos que se
ofrecen. A estos potajes doña Mónica los acompaña con zarza de charqui, de
sencas, de patas o de tolinas. A los memorables caldos como el chaque, el
chairo o la chochoca, doña Mónica les agrega algunos sustancias derivadas de
choca (ave andina), como se preparaba antiguamente.
![]() |
Un clásico de la picantería
La Nueva Palomino, Cuy chactado acompañado de papa cocida dorada y ají contenida en un tomate. |
Hoy existe la Sociedad Picantera de
Arequipa. Colectivo que respeta el canon del yantar mistiano. Existe también la
llamada “Ruta del Loncco”. Un tour que recorre varios distritos campesinos,
entre ellos Characato, Sabandía y Cayma, donde aún se usan instrumentos como la
concha (cocina de leña), el batán (al que ha reemplazado la licuadora para las
ocopas), y cucharones de palo, todo está elaborado de forma tradicional. Es
pues una cruzada contra el olvido que promueve la cocina chatarra, el Pollo a
la brasa o el Chifa. Populares pero sin brillos y más bien con grillos
masivos. Cabe recalcar que la existencia
de picanterías en Arequipa es documentada desde el siglo XVI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario